Pedro María, el segundo huilense beatificado

huilenses beatificados

Después de la beatificación de Gaspar Páez Perdomo, perteneciente a la Diócesis de Neiva, el padre Pedro María Ramírez, de la Diócesis de Garzón, se convirtió en el segundo huilense camino a la santificación por parte de la Santa Sede. Aquí la explicación.

Centro Diocesano de Comunicación y Prensa

Pastoral Social Neiva

No es como lo dicen los medios del Huila. El padre Pbro. Pedro María Ramírez Ramos se convirtió ayer en el segundo huilense beatificado por la Iglesia Católica, después de Gaspar Páez Perdomo, natural del municipio de Tello (Huila). Páez Perdomo es el primero en haber sido beatificado por el Vaticano. Fray Gaspar, como fue conocido en vida, nació en el corregimiento La Unión del municipio de Tello, el 15 de junio de 1913. Con 20 años de edad, descubrió su vocación religiosa e inició su formación como sacerdote en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. [Escuchar entrevista con el Pbro. Fernando Emilio Álvarez Muñoz, canciller de la Diócesis de Neiva:]

Luego de emitir sus votos solemnes, Gaspar se trasladó a España para completar su formación religiosa y hospitalaria. Sin embargo, a dos años después de su estancia en esa nación, el religioso recibió la orden de sus superiores de regresar a Colombia, junto a otros seis compañeros de seminario. En aquellos años, España vivía la Guerra Civil, por lo que era necesario preservar la integridad. Páez Perdomo fue detenido y asesinado en el trayecto hacia Barcelona, el 9 de agosto de 1936.

Asesinado a machete

El segundo mártir fue el padre Pedro María Ramírez Ramos, el beatificado ayer 8 de septiembre por el Papa Francisco. Este religioso nació el 23 de octubre de 1899 en el municipio de La Plata (Huila), jurisdicción eclesiástica de la Diócesis de Garzón. El sacerdote fue asesinado el 10 de abril de 1948 en el desaparecido municipio de Armero (Tolima), a manos de una turba de enfurecidos liberales, luego del magnicidio del liberal Jorge Eliecer Gaitán.

Los asesinos consideraron que Pedro María, por ser sacerdote, y tener la Iglesia Católica cercanía con el gobierno conservador de Luis Mariano Ospina Pérez, lo hacían de cierta forma responsable del asesinato de Gaitán. Por esa razón, aquel 10 de abril la turba ingresó a su iglesia, buscando unas supuestas armas escondidas en su parroquia. Al no encontrarlas, lo sacaron a rastrar a la plaza central y posteriormente destrozan su cuerpo a machete y lo decapitan. El cuerpo terminó expuesto todo esa tarde y parte de la noche. Ninguno quiso recoger su cuerpo por miedo a terminar como el cura.  

Según explicó Monseñor Fabio Duque Jaramillo, obispo de la Diócesis de Garzón (Huila), los asesinos arrastraron el cuerpo del sacerdote Pedro María y lo tiraron en una cuneta, cerca al cementerio. Con los días, las prostitutas del municipio recogieron el cadáver de aquella cuneta. Y es allí donde se origina la leyenda. Cuenta Monseñor Jaramillo que quien mandó la maldición contra Armero no fue el padre Pedro María sino el párroco del municipio de Fresno quien le dio sepultura y expidió su partida de defunción, en la que inscribió la frase “Armero será destruida”, contó.

Desde entonces, se le conoce como el ‘Cura de Armero’, a quien se le ha indilgado diferentes milagros, como el hecho que el único lugar que no fue arrasado por la avalancha de Armero hayan sido el barrio donde residían las prostitutas del municipio. Por este y otros hechos milagrosos, el papa Juan Pablo II lo declaró Siervo de Dios el 14 de mayo de 1991 y, posteriormente, beato el 25 de octubre de 1992.

Con esto, Gaspar Páez sería el beato en la Diócesis de Neiva y el padre Pedro María, el de la Diócesis de Garzón. Según el padre Fernando Emilio Álvarez Muñoz, canciller de la Diócesis de Neiva, Páez Perdomo “es un beato poco conocido y fue igualmente martirizado por su condición de religioso. Hay un proceso de santificación que lo lleva la Santa Sede, y dentro de ese proceso está un primer paso que es el declararlo ‘Siervo de Dios’. Después que se haga un estudio y análisis de su vida pastoral, de su recorrido por sus obras, la Santa Sede lo eleva a la categoría de Siervo de Dios. Luego siguen el trabajo y con la comprobación de ciertos milagros, la Iglesia los eleva a la otra categoría llamada de ‘Beato’. Finalmente, luego de la beatificación, se continúa estudiando y lo suben a los altares para hacerlos santos”, puntualizó el presbítero.

"Con tu ayuda podemos llegar más lejos" déjanos tus datos aquí

Agencia de Reincorporación y Normalización - ARN 2020

Corporación de Mujeres Cacica Güaitpán 2020

FUNSEPAZ - En defensa de la vida y la dignidad humana

Invitación Monseñor Froilán Casas - Semana Por la Paz 2020

Fundación nueva esperanza 2020

Consejo de Paz, Reconciliación y Convivencia de Neiva 2020